IV. Prevención y política de atención a la primera infancia
¿Por que en todo este texto se habla tanto de los ratios y su influencia en el estrés y la calidad de las interacciones entre los educadores y maestros y los niños?
Porque la condición básica para que el desarrollo de un niño se de de una forma sana en todos sus aspectos, es que las personas que se encarguen de sus cuidados tengan una relación empática y sensitiva, y que sean personas con las cuales los niños se sienten seguros. El concepto de la necesidad de una madre suficientemente buena, introducido por Winnicott, se debe de expandir también a todos los cuidados (institucionales) de los niños pequeños.
En nuestra sociedad existe una infravaloración, hasta desprecio, de todo lo que tiene que ver con el maternaje: no hay un mínimo reconocimiento económico ni social de la importancia del maternaje. Se traduce en el no reconocimiento por ejemplo de la necesidad de una baja por maternidad/ paternidad más larga, esencial para acompañar de forma sana el proceso de desarrollo de los niños. En el afán de institucionalizar los cuidados infantiles, permitiendo ratios excesivos que no permiten la atención individualizada que necesitan los más pequeños.
Los niños de 1 a tres años necesitan sobre todo un maternaje de calidad, en un entorno adaptado a sus necesidades. Acompañados por adultos, hombres y mujeres, formados y preparados para dar este maternaje de forma adecuada. Los niños aprenden a modular su impulsividad y su agresividad en relación con los adultos. En la medida que los adultos cuidadores entienden, aceptan y saben dar respuestas adecuadas a las emociones y expresiones de agresividad, los niños aprenden a saber expresarlas de forma sana.
Aprendizaje y curiosidad
Explorar y entender el entorno son necesidades básicas del ser humano. Son impulsos básicos, que forman parte del proceso de desarrollo innato del ser humano. Explorar el entorno, acompañado por la necesidad de movimiento, forma la base del aprendizaje, de nuestra capacidad – y necesidad- del cerebro, de desarrollarse, de crear conexiones neuronales, que dan lugar a la abstracción cognitiva. Para ello, los niños necesitan moverse, tocar, y vivir las cosas. Crecer con el placer que produce este movimiento, esta exploración de su entorno.
¿Qué hacemos con los niños que la curiosidad con la cual nacen, poco a poco se va apagando?
¿Por que la escuela, no sólo mata la creatividad, sino también la curiosidad?
Sabemos, de la neurociencias y de muchos especialistas de otros ámbitos, que
El aprendizaje de los niños pequeños (hasta las 12 años) debe ser sobre todo vivencial, concreto y vinculado al movimiento
El aprendizaje tiene que ser significativo y vinculado a la emoción
El aprendizaje, cuando es desde dentro, intrínseco, es muy fácil y se produce de forma espontánea. Cuando es desde fuera, extrínseco, requiere mucha energía y repetición.
¿Por qué estas condiciones no forman la base de la enseñanza?
“Solo se puede aprender aquello que se ama.”1
Conclusiones finales
Los cuidados educativos institucionales y la escuela en general se basan en unos principios que son anticuados y equivocados desde muchos puntos de vista. Desde muchos ámbitos se están creando nuevas escuelas, pero hay una necesidad de reforma profunda del sistema, para que estos cambios sean accesibles para todos. La inercia del sistema dificulta los cambios necesarios en las escuelas y en la formación de los profesionales. Trabajar con niños requiere no sólo conocimientos abstractos, sino no sobre todo habilidades psico-sociales y actitudes y habilidades personales que tienen que ver con la gestión de las emociones y de la agresividad propia y de los niños.
En cuanto a los ratios, deberían de basarse en las capacidades y necesidades de los niños.
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Los cuidados de los niños menores de un año deberían de ser impartidos por los m/padres, con apoyo de los servicios sociales u otros grupos y asociaciones para lograr un ambiente favorable para toda la familia, hij@, madre y padre. (Y de un apoyo financiero por parte del estado.)
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Los cuidados infantiles de uno a dos o tres años deberían de ser en entornos familiares, o muy parecidos a los familiares con un ratio de un adulto por 4 niños, en el cual la relación de calidad entre el adulto y los niños es de fundamental importancia.
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A partir de los 3 años, cuando empieza a desarrollarse la capacidad de socialización, tiene sentido cuidar a los niños en grupos algo más grandes. Pero tener a 25 (hasta 30) niños de 3 años en un aula, en su primera escolarización para muchos, sencillamente no tienen ningún sentido. El estrés que se genera ni favorece el proceso de socialización, ni la necesaria vinculación con el adulto, ni ningún proceso de aprendizaje cognitivo, ni emocional.
¡Firme la petición en Change.org!
Referencias
1 Francisco Mora, en Neuroeducación, solo se puede aprender aquello que se ama, Alianza Editorial.